Estos son los atletas que conforman el equipo de refugiados en Rio 2016:
Yusra Mardini nadó para escapar de la guerra en Siria. Cuando su embarcación parecía hundirse, se lanzó al agua junto con su hermana para arrastrar durante 5 kilómetros aquella embarcación hasta las costas de Grecia, salvando así, decenas de vidas. Ahora, nadará para conquistar la gloria en Rio 2016.
Rami Anis en Natación (Siria)
Rami Anis comenzó a nadar a los 14 años de edad en Alepo. “La natación es mi vida … la piscina es mi casa.” Tras los enfrentamientos y bombardeos que han marcado la guerra civil de Siria, sus padres decidieron enviarlo a Turquía por unos cuantos meses. Sin embargo, los meses se convirtieron en años y tras ser expulsado de Turquía, se refugió en Bélgica, en donde se ha entrenado durante los últimos años para competir en la justa olímpica.
Popole Misenga en Judo (República Democrática del Congo)
Popole Misenga tenía tan sólo nueve años cuando tuvo que huir de la región del Kisangani, en la República Democrática del Congo. A tan corta edad, fue separado de su familia, y quedó abandonado en el bosque. Tras ser rescatado, fue recluido en un centro para niños huérfanos, donde conoció el Judo. “Cuando eres niño, necesitas tener una familia para que te digan que es lo que tienes que hacer, pero yo nunca pude tener una. El Judo me ayudó a darme serenidad, disciplina y adquirir compromiso”.
Perseguido y amenazado de muerte, Yonas Kinde tuvo que abandonar Etiopia para refugiarse en Luxemburgo, en donde vive de ser taxista. En sus ratos libres, Kinde decidió comenzar a correr, una decisión que lo llevó a terminar el maratón de Alemania en 2 horas y 7 minutos. Ahora, buscará conquistar la gloria olímpica.
Yolande Bukasa Mabika fue separada de sus padres cuando apenas tenía dos años de edad. Sólo recuerda haber sido rescatada por un helicóptero y trasladada a Kinshasa. Al igual que Popole Misenga, descubrió el Judo en un horfanato y pasó a competir en torneos importantes. “El judo nunca me dio dinero, pero me dio un corazón”. Sin embargo, durante años fue abusada por su entrenador, hasta quien le confiscaba su pasaporte y le limitaba sus alimentos, por lo que en el 2013, tras ser castigada durante el Campeonato Mundial celebrado en Brasil, Yolande Bukasa logró escapar y salió a las calles en busca de ayuda. Ahora, como refugiada en Brasil, es una de las judocas más destacadas de la escuela del medallista brasileño Flavio Canto.
La guerra civil ha sido una constante en Sudán del Sur, en donde más de 50 mil personas han perdido la vida tan sólo en los últimos dos años. Paulo Amotun Lokoro dice no saber nada del mundo, salvo que su tierra ha estado en guerra durante toda su vida. Los conflictos le orillaron a refugiarse en Kenia, donde comenzó a correr descalzo, algo que no le limitó para soñar, al punto que ahora afirma “quiero ser campeón del mundo”.
James Nyang Chiengjiek en Atletismo (Sudán del Sur)
A los 13 años, James Nyang Chiengjiek tuvo que huir de su casa, para evitar ser secuestrado por los rebeldes, que forzaban a todos los niños a convertirse en soldados. Al igual que Paulo Amotun Lokoro, James se refugió en Kenia, donde aprendió a correr en una escuela en la que tan solo contaban don dos pares de zapatos, los cuales se alternaban entre todos los alumnos. Quince años después, James Nyang Chiengjiek estará representando a los refugiados en Rio 2016.
Anjelina Nadai Lohalith en Atletismo (Sudán del Sur)
Separada de sus padres desde los seis años de edad, debido a los estragos de la guerra, Anjelina Nadai Lohalith sueña con regresar y reencontrarse con sus padres. Llevarles alimento es su principal motivación, por lo que decidió enfocarse en correr con la esperanza de participar en competiciones internacionales, que puedan darle la estabilidad económica que necesita, para rescatar a sus padres de un país atrapado por la guerra.
Yiech Pur Biel dice que siempre supo que si quería hacer algo en la vida, tendría que hacerlo por su cuenta. De niño, le encantaba el futbol, aunque constantemente se veía frustrado al tener que depender de sus compañeros, por lo que en la carrera encontró el control de su destino.
Rose Nathike Lokonyen en Atletismo (Sudán del Sur)
Rose Nathike Lokonyen nunca había corrido en su vida….hasta el verano del 2015. Refugiada de guerra desde los 10 años de edad, Lokonyen espera que el atletismo sea la vía en la que pueda inspirar a otros refugiados. “Sólo quiero trabajar y demostrar que lo valgo. Representaré a mi gente allí en Río, y tal vez, si lo logro me encantaría llevar a mi tierra una carrera para promover la paz y unir a la gente .
Representar a tu país es un honor, pero cuando no se puede o simplemente no te dejan, estos atletas son el ejemplo de perseverancia.