RIO DE JANEIRO (AP) -- Llovió sobre el estadio, bailó samba en la línea de salida y volvió a ganar como siempre en la meta. Esta vez en los 200 metros, arrasando a la competencia, aunque pugnando hasta el final por superar su propio récord del mundo.
Por una vez, Usain Bolt no logró el jueves el máximo objetivo propuesto, pues se impuso con tiempo de 19.78, unas 61 centésimas de más sobre la marca que estableció en 2009.
Cumplirá 30 años dentro de tres días, coincidiendo con la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos. Y para entonces, Bolt espera haberse consagrado como el mejor atleta de todos los tiempos con nueve medallas de oro en su palmarés en pruebas de pura velocidad.
Es posible que ni siquiera las necesite, pues el jamaiquino ya ostenta el anhelado récord de los 100 metros - también desde 2009- y ocupa un lugar de privilegio en el corazón de los aficionados. Pero, por si acaso, Bolt dejó nuevamente constancia de su supremacía el jueves, cuando se impuso con pasmosa facilidad en la final de los 200 metros.
"Corrí duro en la curva. En la recta, mi cuerpo no respondió. Me estoy haciendo viejo", soltó el jamaiquino.
Esta vez ni permitió la broma con el joven canadiense Andre de Grasse, quien había coqueteado con pelearle la serie semifinal hasta que "El Rayo" aceleró en los metros definitivos y le dijo que no con el dedo índice.
Ya en la final, Bolt, que generalmente empieza lento y aumenta velocidad en el remate, salió disparado de los bloques y tomó rápidamente la delantera. Su victoria en ningún momento se vio amenazada, pero al ver su marca tras cruzar la meta hizo un evidente gesto de fastidio.
De Grasse se llevó la plata en 20.02 y el francés Christian Lemaitre el bronce en 20.12. El panameño Alonso Edward finalizó séptimo en 20.23.
El triunfo significó una presea dorada más para la alforja de Bolt, y van ocho en total.
"Todas ellas son especiales. Los 200 son mi prueba favorita", subrayó. "Había mucha atención sobre mí. Me siento aliviado".
Carl Lewis y el finlandés Pavoo Nurmi le superan por ahora en el medallero olímpico con nueve oros cada uno, aunque repartidos en distintas pruebas de fondo y medio fondo o, en el caso del estadounidense, el salto de longitud.
"No tengo nada que demostrar ya. ¿Qué tengo que hacer para que el mundo entienda que soy el mejor", clamó el velocista.
Pero Bolt quiere más.
Quiere ser eterno. Que no haya debate alguno sobre su condición de número uno. Quiere la novena que le aleje todavía más del resto de mortales y le ubique en un olimpo particular con un triplete inaudito de tres triunfos olímpicos consecutivos en las pruebas de 100, 200 y 4x100.
"Quiero estar entre Muhammad Ali y Pelé. Espero entrar en el club después de estos Juegos", admitió.
Los relevos son la última prueba que le queda por disputar en Río; quizás también en los Olímpicos, si atendemos a sus declaraciones aludiendo a su inminente retirada de los Juegos.
"Creo que son mis últimos", repitió.
Bolt correrá la final con el equipo jamaiquino el viernes, apenas 24 horas después de su última victoria sobre el tartán azul y mojado que le vio bailar samba antes de salir disparado rumbo a una victoria que se espera sea solo su penúltima.
Y es que llueva, nieve o truene, "El Rayo" siempre es "El Rayo".